En
el capítulo anterior, escribía sobre dos temas muy relacionados.
Por
una parte comenzaba un listado mas o menos exhaustivo sobre
para-conductas estados de ánimo.
Bajo
para-conductas podemos enumerar las respuestas biológicas que
nuestro organismo produce ante una estimulación sensorial, o ante
una creación mental. Estados de angustia ansiedad alegría
desbordada o preocupación.
Para
el psicoanálisis, estos estados que según las primeras teorías
freudianas pueden llegar a producir enfermedad. Recordad el célebre
caso de Ana O, en el cual se confunde lo que pudo ser una infección
-meningitis tuberculosa-, con un complejo de Electra (la versión
femenina del Edipo).
Aparcaré
las consideraciones de Freud, porque pasados cien años de su
diagnóstico, nos siguen faltando conocimientos biológicos para
relacionar positivamente un estado de ansiedad derivado de la
enfermedad paterna, con una alteración del sistema inmune.
Aunque
así a bote pronto el diagnóstico de Freud tenga mas parecido con el
vudú y la magia que con la ciencia racional del siglo XX.
Por
otra parte el título -Mas caliente que el palo de un churrero-
inicia una aproximación al hábito, es decir a la repetición
sistemática de conductas, conductas que un escolástico llamaría
juicios, [algo de lo que también me permito dudar] y que yo prefiero
catalogar como rasgos de economía mental. Me explico, hay una cierta
inercia a resolver lo ya visto como ya juzgado, o como nos han
enseñado. Un ejemplo claro las percepciones con respuestas
estereotipadas. Cosas del tipo: El catalán es trabajador, el escocés
tacaño, el aragonés bruto, o el andaluz juerguista.
A
mí entender, son formas de ahorro mental, que buscan un protocolo de
juicio respuesta sin la necesidad de iniciar un costoso proceso
mental de análisis.
Pero;
toda conducta tiene su razón y su pero, quiero decir que aun siendo
una comodidad a la hora de responder enjuiciar, no nos libramos de un
sentido colateral que flota en torno al enunciado. Por ejemplo si un
macho, por deformación machista, dice de una mujer aquello de más
caliente que el palo de...
Deberíamos
comprender que la frase puede esconder dos emociones hacia la
persona, el movimiento hacia ella en el sentido de objeto alcanzable,
y el rechazo, con un valor de desprecio. Y si me fuerzan una posición
como la de la fábula La Zorra y las Uvas.
Ese
debería ser el campo de trabajo personal. Conocernos profundamente y
saber cuando usamos un tópico, una frase hecha, cual es el estado
subyacente de nuestro ánimo.
Generalmente,
los estados de ánimo son situaciones que se retroalimentan, estar
atentos a que sensación nos producen, estudiar con atención nuestra
introcepción. Saber si algo nos produce subida de la frecuencia del
pulso, notar y conocer el ritmo respiratorio, identificar nauseas u
otras respuestas biológicas es el paso obligado para iniciar el
control de la mente. Aunque las herramientas que usaremos serán
tomadas del entrenamiento autógeno, el yoga, la meditación o el
método Silva. A fin de cuentas todos ellos tienen un tema común: El
yo, su desarrollo y su equilibrio.
En
las próximas entregas volveré a el entrenamiento como el que
acompañaba a la entrega anterior y quizás comencemos a desarrollar
entrenamiento con fábula o con historia. Herramientas muy efectivas
para el desarrollo.