Hablaba yo antes de ayer, del alma del hombre. De esa alma que es como una emanación virtual del cuerpo. Esa alma que muere con el cuerpo y aun a veces antes que el. Nada que ver con esas almas de las religiones, ni con los espectros que trascienden al cuerpo. Eso es cosa de teólogos, chamanes, espiritistas, charlatanes y otros autores de cuentos.
Cargaba
yo contra ese invento freudiano el psicoanálisis; y porque no, ya
que estamos contra la interpretación de los sueños.
Porque
a ver, tomemos varios hombres o mujeres de la misma edad la misma
ciudad el mismo barrio y hasta lo mas iguales posible en educación
clase social y cultura.
Hagamos
el experimento mental de preguntar uno a uno junto y por separado que
es el amor, la felicidad, la libertad, la democracia.
¿Qué
es? La justicia, la voluntad o la sabiduría.
¿Verdad
qué nos encontraremos con respuestas distintas? Verdad que si
preguntamos en grupo sera muy fácil, que el espectro de respuestas
se reduzca que poco a poco, se vaya hacia unas pocas definiciones
comunes. A que alguien asuma aun involuntariamente un cierto
liderazgo en las ideas.
Pues
la pregunta que nos debemos hacer es la siguiente:
Si
existen conceptos simbólicos que son distintos entre los diferentes
sujetos ¿Como es posible qué los analistas de sueños pretendan
encontrar símbolos comunes iguales para todos los individuos?
Y
resalto subrayo y repito. Una cosa es que exista un imaginario común
otra muy distinta que simbolice exactamente lo mismo.
Los
humanos tenemos un sistema nervioso con funciones definidas. Oímos,
olemos, gustamos tocamos y vemos. Sentidos que nos dan nuestra
percepción del mundo. Es lo que Aristóteles llama sentido común.
La unificación de las percepciones sensoriales.
Dejamos
a un lado las diferentes escuelas filosóficas, que describen el
origen de ese conocimiento. Solo citaré de pasada, que para algunos
como Platón. El conocimiento proviene de el alma. Para otros en los
que podíamos incluir a Aristóteles de la experiencia.
En
este último filósofo, la imaginación la fantasía elaboran una
imagen de lo percibido que conserva sus particularidades. Por ejemplo
una determinada casa un perro en concreto, una oveja.
Sobre
estas percepciones -sobre el sentido común- de lo que vemos oímos
olemos tocamos... una función mental el intelecto activo las
despoja de todo rasgo particular captando la idea universal las
correspondientes a casa perro oveja. Un segundo intelecto el llamado
intelecto pasivo los
aspectos inteligibles.
Resumen.
He escrito:
- Que los humanos tenemos un sistema nervioso similar.
- Que nos brinda percepciones sensoriales.
- Que la suma de esas percepciones es el sentido común.
- Que la mente puede obtener de esta percepción los rasgos universales. Perro Casa Oveja.
- Que otra función de la mente el intelecto pasivo puede obtener lo inteligible de estas percepciones. Por ejemplo lo que tienen en común perro y oveja. También lo que las diferencia.
En
función de estas percepciones entendemos nuestro entorno. Aquello a
lo que con aparente facilidad se le puede atribuir una relación
causa efecto. Es nuestro conocimiento el bagaje propio del individuo.
Y lo que se acepta por la mayoría, es El Sentido Común otro
concepto de sentido común. Este el mas manido del los significados
de sentido común, representa creaciones mentales sería una facultad
de la mayoría de los humanos, para juzgar razonablemente las cosas.
Volvemos
a la mente; todas estas capacidades y funciones juntas, nos ofrecen
eso que llaman el yo.
El
primer núcleo del yo. Yo veo huelo oigo paladeo y toco. No puede
darse mas subjetividad.
Por
otra parte, disponemos de sentidos internos, que nos sirven para
vernos en, escucharnos cuando, recordarnos saboreando... esa es la
segunda capa del yo es decir unimos emociones a las percepciones
sensoriales. Algo que nos permite relacionar un estado de ánimo con
una percepción actual. Y finalmente evocamos experiencias es decir
el yo primero sensorial mas el yo emocional como siento lo que veo lo
comparamos con experiencias previas, lo ya visto lo ya sentido. Y si
esto no es suficiente imaginamos nuevas experiencias. Empalmamos
trozos de conocimiento supliendo partes del proceso por conceptos
ideados.
Un
homo hábilis, hace unos 2,5 millones de años, que se corta
accidentalmente, con una piedra que ha golpeado. Asocia ese corte con
la posibilidad de usar la piedra (herramienta) para descarnar un
animal moribundo o una carroña. Para sacar y comerse el tuétano de
los huesos. Parece que hicieron falta un millón de años para que la
industria lítica, se perfeccionase con piedras bifaz.
Un
millón de años y un aparente crecimiento del volumen cerebral, para
percibir un cambio cualitativo en las herramientas. El “hombre”
era nómada trasladándose de un sitio a otro en busca de los
animales que eran su sustento. El Hombre el homo comenzaba un lento
camino hacia la humanización. El yo en relación al mundo, el yo en
relación con la tribu, el individuo proyectado en situaciones
fantaseadas obtenidas de la suma de la experiencia y la imaginación
de la memoria y la fantasía. Un millón de años para mejorar la
industria lítica. Un millón de años para obtener unos centímetros
cúbicos mas de cerebro. Para desarrollar el instinto de poder del
que habla Adler, para alcanzar los deseos de posesión sobre los
objetos de Freud (aunque en objeto entre también la posesión
sexual)
Más
de dos millones de años para que las mutaciones o la expresión de
genes antes silenciosos, den como producto final un hombre auto
denominado sapiens.
Una
aventura de cambios cada vez mas veloces que nos lleva hasta hoy.
De
todo ello seguiré escribiendo reflexionando porque es mi historia la
de la familia homo.
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