martes, 18 de junio de 2013

Alma y psicoanálisis II

Era ayer que hablaba de esa alma de Nietzsche. Un alma pura emanación animal, un alma que como Zaratustra dice morirá antes que el cuerpo.

El filósofo, habla aquí de esas facultades humanas; que pueden morir antes que el cuerpo. Por tanto habla de un estado de estupor o coma. Un estado vegetativo que es la consecuencia de esa muerte anímica.

Por su parte Jung, analizará las enfermedades de ese alma. El psiquiatra el psicólogo, son los terapeutas que tratan de esas patologías.

Una antigua raíz de la medicina, ya era consciente de esas disfunciones del yo. Freud descubrió o creyó descubrir, de la misma manera que los chamanes o los médicos brujos de las sociedades primitivas, esa relación del trastorno somático con el trastorno físico.

El descubrimiento de Freud se produce en su estancia (hoy la llamaríamos postgrado) El Hospital de la Pitié-Salpêtrière. Allí junto a el doctor Jean-Martin Charcot. Aprendió una ciencia médica tan antigua; que hunde sus raíces en la edad de piedra.

Siempre he mantenido, que fue una lástima que un prometedor histólogo se desviase de su vocación para ir a caer en el foco de creencias tan estúpidas como inverosímiles.

Lo cierto es que la medicina del alma y del mal de ojo, iba a sucumbir con toda facilidad ante la medicina de la farmacia. Donde la relación causa efecto esta determinada de forma científica y estable. Donde una cefalea comienza por combatirse con ácido acetilsalicílico.

La verdad es que hay que ser muy lerdo para no percibir que el éxito médico vendría de la mano de una farmacopea depurada y económicamente rentable.

Bueno hay que se muy tonto, o muy sagaz para postular un un médico brujo que tiene el poder sanador la taumaturgia, dentro de su cabeza. No hay laboratorio farma-químico. Nadie es capaz de competir con la medicina espiritual. Aunque lamentablemente para Freud y sus amigos, la elaboración de drogas, la producción de vacunas, y la cirugía basada en un exacto conocimiento de las disfunciones orgánicas, eran desde el punto de vista práctico y económico más seguras y rentables que todo el aparato psicoanalítico.

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