Escribía
aquí el pasado mes sobre el alma. Hablaba del alma de los
psicólogos. Es decir de ese principio rector, que como dice el
diccionario de la Real Academia “da forma y organiza el dinamismo
vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida”.
Esa
alma que puede morir aun viviendo el cuerpo que la soporta. Esa alma
objeto del psicoanálisis.
Hablaba
a continuación, de dos formas de entender el análisis del alma.
Según la escuela de Adler era el yo en relación con los otros lo
que forma y dinamiza el alma. Concretamente Adler habla de un
instinto de poder, de dominio. Por su parte Freud nos plantea un
subconsciente y unas relaciones objetales volviendo al DRAE para no
desviarnos mucho de la definición es: Todo lo que puede ser materia
de conocimiento o sensibilidad de parte del sujeto, incluso este
mismo.
Lo
que sirve de materia o asunto al ejercicio de las facultades
mentales. Término o fin de los actos de las potencias.
Es
Freud más filosófico y por tanto mas obscuro. También deberíamos
incluir, mucho mas complejo y aunque pudiera parecer mas exacto por
la amplitud de la materia, paradójicamente no tiene porque ser mas
clarificador.
Es
decir Freud se aplicará a conocer las relaciones objetales con el
padre o la madre, las percepciones del yo como esencia y sobre manera
aquello que es más inquietante el subconsciente. Algo que cabría
definir como un “conocimiento desconocido” que gravita sobre
nuestra conducta y sobre nuestros actos y a la larga sobre nuestra
salud.
Hace
unos días he podido visitar el Museo de La Evolución Humana, el
Yacimiento de Atapuerca y El Espacio Didáctico, donde se puede ver
la forma como se tallaban las herramientas, el uso de arcos lanzas y
propulsores, las bramaderas. Y encender un fuego frotando dos
maderas. Es la humanización en estado larvario. Como un antropoide
se va haciendo homo y como este homo se hace humano.
Volviendo
al psicoanálisis y dejando a un lado las manías freudianas del
considerar el sexo como motor de la psique, aparece una evidencia
lógica y esta es; que antes del interés sexual del sujeto aparecerá
la necesidad de alcanzar la identidad.
Antes
de la reproducción, la principal ocupación del sujeto es la
supervivencia, y esa supervivencia está referida a un yo.
En
la terminología usada por Descartes una Res Cogitans. Porque es eso
el pensamiento y lo pensado lo que conforma la realidad. Lo que
interpreta la Res Extensa. Lo que ordena el mundo exterior en función
de como es percibido.
Es
decir el YO en la creación de su identidad, pasa obligatoriamente
por mantenerse vivo. Sentirse vivo es la suma de unas percepciones
sensoriales.
Por
tanto hominización y una ulterior humanización están vinculadas
con el desarrollo mental, con el desarrollo del soporte, el cerebro y
con la aparición del neocortex. En neurociencia es fácil
diferenciar la estructura densidad neuronal y aspecto de esta
formación que está caracterizada por la presencia de surcos, algo
muy marcado en los primates y el hombre.
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